Por
supuesto que la ofensiva de los medios de difusión y los dirigentes cubanos contra
la canción Patria y vida no obedece a ninguna indignación patriótica. Según
me cuenta una amiga, la pieza musical se ha propagado como la pólvora en La Habana y se
escucha como un himno de rebeldía. El gobierno ―que hasta hace poco solía
silenciar las actividades de los grupos opositores― no ha tenido otra
alternativa que salirle al paso con los medios de que dispone: la televisión,
la prensa, el internet. Solo que las manipulaciones son objeto del escarnio público. El humor popular ha inventado el
neologismo 'Menticiero' para bautizar al Noticiero de Televisión y es muy
probable que quienes dan la cara en los reportajes tengan la sensación de estar
haciendo el ridículo. Casi todo el mundo sospecha que quienes la emprenden contra
Patria y vida son ciberclarias, voceros del gobierno, trabajadores amenazados por el régimen o figuras
públicas, beneficiarias de la corrupción arraigada en la cúpula de poder. Como
ha ocurrido recientemente, con las protestas del Movimiento San Isidro, el 27 de
noviembre y el 27 de enero, el totalitarismo cubano ha sido tomado por sorpresa.
Se ha visto forzado a acudir a
respuestas torpes para contener la repercusión social del arte.
Todo
parece indicar que se trata de un movimiento inflamable. Es el doble dos, el venidero
2022, que se insinúa en el estribillo de Patria y vida. Es un movimiento
que está adquiriendo una vida propia. Los cubanos comienzan a experimentar la felicidad
de gritar en las calles, de ensayar demandas jurídicas contra el poder y de expresar
públicamente sus numerosísimas quejas, aunque tengan que pasar noches en un
calabozo, recibir una golpiza, ser interrogados por los servicios de
inteligencia, expulsados de sus centros de trabajo, lidiar con acusaciones ante los tribunales o exponerse a pasar
temporadas en la prisión de Valle Grande. Los artistas, músicos, bloggers y
periodistas independientes están logrando que la población salga a protestar.
Esto no lo consiguieron los partidos políticos opositores. Desdichadamente la
disidencia política está dividida, enfrascada en pugnas intestinas, infiltrada
por los servicios de inteligencia y en ocasiones sujeta a los intereses de sus patrocinadores.
Es posible que la población cubana comparta
muchos de sus reclamos, pero otros ―como la libertad para los presos políticos o
el respeto a los derechos humanos― les parecen lejanos, poco pragmáticos, y disociados
de sus vicisitudes más inmediatas.
Los
artistas están acudiendo a canciones, performances, videos y declaraciones en
la red. Todas estas imágenes revelan que se está perdiendo el temor frente al
poder. En pocos sitios del planeta las creaciones artísticas están teniendo
tanta resonancia política como en Cuba. Esto se debe a que los
espacios para la oposición han estado virtualmente clausurados desde
los comienzos mismos del proceso revolucionario. Muy tempranamente, con su 5/9,
el gobierno trancó el dominó. No solo ‘la calle es de Fidel’, como gritan las
personas presionadas a participar en los mítines frente a los domicilios de
los disidentes. También lo son las publicaciones periódicas nacionales, los
medios de difusión masiva, las organizaciones de masas, las instituciones
culturales y gran parte de los empleos del país.
Lo que el
Estado cubano no puede controlar, aunque consiga restringirlo un poco, es el Internet
y los archivos digitales. En gran medida, la resonancia de las protestas se
debe a las posibilidades de divulgación que internacionalmente ofrecen los
sitios web, los dispositivos digitales y las redes sociales. La sociedad cubana
no está aislada de esa globalización. Ni las elevadas tarifas de ETECSA ni la
censura de algunas páginas online han impedido que las imágenes circulen, a
veces con sorprendente celeridad, dentro de la Isla. El Movimiento San Isidro, Tania
Bruguera, los bloggers, youtubers, los periodistas que colaboran con las
páginas web, Porno para Ricardo y los intérpretes de Patria y vida están
abriendo una brecha desde la cual las opiniones que antes solo se rumoraban en
el espacio doméstico están estallando en lugares públicos. Las
calles ya no son solo de Fidel. La población empieza a disputarlas, a encarar a
los represores y a defender a los que expresan las inconformidades.
De Internet
a las calles, las insubordinaciones están adquiriendo visibilidad en los
propios medios controlados por el régimen. La prensa y la televisión se están
viendo obligadas a mencionar a los activistas y artistas, aunque por el momento
solo sea para difamarlos.
Nota: Agradezco el siguiente comentario de Yoel Díaz Vázquez en facebook:
Buen articulo Ernesto! Recuerda que esta brecha en lugares públicos para las opiniones ya la habían comenzado a abrir los exponentes del Hip Hop contestatario a partir del 2010, donde los temas musicales de Los Aldeanos y Escuadron Patriota se escuchaban tanto de forma clandestina en toda Cuba como en Youtube. Y en los mismos espacios públicos de casas de culturas y otros eventos estos raperos arriesgaban muchísimo con el micrófono en mano para criticar fuertemente al gobierno. Motivo por el cual el estado destruyó el movimiento.
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