en que resurja del polvo
para ser juzgado el hombre reo
Perdónales, pues, Dios Piadoso
Señor, dales el descanso. Amén
Estos versos, atribuidos a un monje franciscano del siglo XIII ( Tomás de Celano), adquirieron notoriedad gracias a la Lacrimosa, una de las más conocidas piezas del Réquiem de Mozart. Al igual que han hecho muchos otros compositores, el músico cubano Calixto Álvarez, los incorporó, cantados en latín, a su Réquiem Osún. Pero Álvarez los combinó con rezos yoruba y agregó disonancias que tienen un acento marcadamente contemporáneo.
La obra de Álvarez incluye experimentos como la poco conocida ópera electroacústica Venus y Adonis, además de su larguísima trayectoria como compositor de música incidental.
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