En el verano de 1964, Raúl Martínez pasó a convertirse
en uno de los artistas más reconocidos dentro del escenario artístico cubano.
Expuso en el Museo de Bellas Artes (9 de julio). Dos semanas después, inauguró
la muestra personal Homenajes en
la prestigiosa Galería de La Habana. Al mismo tiempo participaba en el Tercer
Concurso Latinoamericano de Grabado, en Casa de las Américas. También fue
ampliamente promovido en la prensa. La revista Pueblo y Cultura lo
entrevistó. Cuba publicó
unas palabras, muy lúcidas, de Edmundo Desnoes, acompañadas de reproducciones a
color. La revista Bohemia dio
a conocer tres textos sobre su trabajo. Virgilio Piñera y Loló Soldevilla
comentaron su obra en el diario Revolución.
Todavía a comienzos de septiembre apareció una reseña más, en el periódico El Mundo. En Homenajes había
dos piezas, actualmente en la Colección del Museo Nacional de Bellas Artes,
en las que me gustaría detenerme.
La primera, «Campeón. No. 1», contenía unas críticas a
la realidad cubana. El letrero «Tiempo Muerto», al lado de un dibujo que representaba una hilera de perniles de cerdo, dialogaba con la frase «Todo el
jamón que consumiremos será cubano» y en una imagen, comparable a esas farsas
carnavalescas en las que el sabio es un burro, un asno parece ser el Campeón
Número.1.
Otro de los cuadros, titulado «26 de julio», era un
homenaje al asalto al Cuartel Moncada. Martínez pegó sobre la tela la hoja de un almanaque donde se enumeraban los días de aquel mes. La puso dentro del rectángulo que formaban
las maderas de una silla infantil rota (correspondientes al espaldar y las patas
traseras), puesta de cabeza. En otra parte del lienzo, dentro del círculo de la vocal O, ubicó la portada de un
folleto sobre la «2da Declaración de La Habana». Estaba ilustrado con un mapa de
América Latina, transformado en un rostro que lanzaba la consigna «Cuba
sí, Yankis no». Entre los brochazos del fondo puede leerse la palabra
«Urgente». A la izquierda, una fotografía del Dr. Fidel Castro ante un micrófono. El
número 26 aparece varias veces en el lienzo, trazado con espontaneidad, como si
fuesen gestos libertarios.
Martínez,
según afirmó en una entrevista, se propuso crear, mediante las pinceladas y los
pigmentos, «una situación plástica más rica en expresión y en asociaciones, ya
sean estas conscientes o inconscientes». Como método de creación, era un
enfoque opuesto a las lecturas demasiado literales y unívocas que
caracterizaban a las representaciones del realismo socialista. Pero también dejaba un margen para que
pudiera asociarse un cuadro con otro, en lecturas más enrevesadas. Por
ejemplo, el letrero «Tiempo Muerto», tomado de una página de la revista INRA,
podría ser todo lo contrario al 'tiempo del nacimiento', representado por la
hoja del calendario enmarcada en la silla para niños. La frase, «Todo el jamón
que consumiremos será cubano» era también un recorte de INRA. Solo
que Martínez no incluyó la primera parte del texto. Era posible consultar
el encabezado completo, tal y como se había publicado en la
revista. Decía lo siguiente: «Dentro de un año y medio todo el jamón que
consumiremos será cubano», una frase pronunciada en agosto de 1960. En 1964,
cuando Martínez terminó el collage, era una promesa incumplida o una mentira.
Entre el momento en el que se hizo este anuncio y el presente en que se expuso Homenajes en la Galería de La Habana había transcurrido un «Tiempo Muerto». La imagen del Dr. Fidel Castro
en el lienzo «26 de julio» permitía otra asociación entre el otrora Primer
Ministro y el burro campeón número 1. La fotografía había sido la portada
de INRA (agosto de 1960) en la que se transcribió la
intervención de Castro y su vaticinio sobre el jamón.
Una revolución con dos caras. En «26 de julio» irradia hacia el continente americano, como un proyecto urgente, antiimperialista e incendiario. En «Campeón. Número 1», las promesas a la población cubana no se cumplen, la urgencia deviene en improductividad, en tiempo muerto, en demagogia.*
* Debo esta última observación a un comentario de una amistad.
Una revolución con dos caras. En «26 de julio» irradia hacia el continente americano, como un proyecto urgente, antiimperialista e incendiario. En «Campeón. Número 1», las promesas a la población cubana no se cumplen, la urgencia deviene en improductividad, en tiempo muerto, en demagogia.*
* Debo esta última observación a un comentario de una amistad.
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