El escritor Armando Añel concibió un proyecto muy singular y muy a tono con nuestros tiempos. Lo ha titulado La novela de Facebook. Con el pago de una suma que oscilaría entre los 20 y los 500 dólares, los usuarios de la red social tendrán la oportunidad de convertirse en personajes de su libro, del mismo modo que los donantes eran representados como orantes en la pintura flamenca. Hasta cierto punto, es una novela por encargo, como las fueron muchas novelas del pasado y como los son muchos libros que se escriben en el presente. Pero hay otras complejidades en el proyecto de Añel. Los contribuyentes tienen la posibilidad de indicar –o mejor dicho- encargar los pasajes o las situaciones en las cuales quisieran aparecer. El oficio del escritor consistiría sobre todo en encontrar las palabras para describir las escenas y traducirlas a la primera persona (Añel anuncia que toda la novela, que estima tendrá entre cien y ciento cincuenta personajes, será escrita desde la primera persona). El autor se comporta más bien como un retratista, comparable al pintor de pasadas centurias o al fotógrafo contemporáneo. Posiblemente la gran mayoría de las novelas que se han escrito hasta el momento estén inspiradas en personas reales, que de un modo u otro se relacionaron con el narrador. Solo que ahora los donantes/personajes también podrían convertirse en autores e insertar sus propios textos. Sería una novela participativa y polifónica, un experimento que tendría antecedentes en los cadáveres exquisitos de los surrealistas y en numerosos ejemplos de las artes visuales contemporáneas.
La labor
más ardua, y la que me deja con más expectativas, podría ser la creación de una
estructura narrativa que, como un inmenso rompecabezas, consiga establecer interacciones
entre los personajes o conferirle alguna unidad a la trama, en caso de que al
autor persiga ambos propósitos. No menos
desafiante es el hecho de hablar desde la primera persona con un lenguaje que
pueda reproducir la pluralidad de voces de unos cien o ciento cincuenta
personajes diferentes.
La novela
de Facebook aspira a convertir la creación literaria en un proyecto
económicamente rentable, financiado por quienes encarnarán en personajes de ficción, interactuarán
en el mundo ficticio e incluso aportarían fragmentos de la narración. Es
evidente que, más allá de los concursos literarios y los contratos con las
casas editoriales, más allá de las ambiciones de producir un best-seller o
recibir algún premio, los escritores necesitan encontrar otras iniciativas para
financiar sus libros e incluso poder vivir con las ganancias que obtengan
gracias a su trabajo. Añel se sirve de las redes sociales y de formas contemporáneas
de recaudar fondos que al parecer ofrecen alternativas plausibles y hasta ahora poco aprovechadas
por los narradores.
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