Casi todos los medios de prensa coinciden en que Obama perdió el debate de anoche. Ese fue el veredicto. Pero ¿qué quiere decir exactamente eso de ganar o perder un debate por la presidencia de los Estados Unidos? Enumeremos los argumentos de los mass-media: el presidente miró menos a la cara de su adversario, titubeó en algunas ocasiones –mientras su rival se mostraba vigoroso y seguro-, no tuvo el poder de despertar las emociones de la audiencia, se enfrascó en una discusión excesivamente técnica y aburrida, no captó un chiste de su rival. Obama dio la impresión de no estar lo suficientemente enfocado y se le vio muchas veces cabizbajo, como si consultara sus notas o se sintiese atribulado. Se podrían señalar algunos otros detalles.
El problema es que ninguno de esos elementos contribuye a definir las políticas que cada candidato sostiene. En la decisión sobre quién realizó
un mejor desempeño, la exactitud de los datos que se manejaron –Romney tergiversó
las cifras con mayor frecuencia-, o la
falta de claridad en las propuestas parecen estar relegadas a un segundo plano.
En el debate
por la presidencia de los Estados Unidos lo que tiene un peso mayor es el lado
histriónico.
El público adora las sutilezas del lenguaje corporal, la proyección de la
voz y las ingeniosas maniobras prepararas de antemano por los asesores.
La prensa, apoyada
en las encuestas, declara vencedor a un candidato que en varias ocasiones se basó en datos que no se corresponden con las estadísticas, no ofreció
grandes detalles sobre cómo implementará sus políticas de saneamiento de la economía y desdijo gran parte de
las declaraciones que hizo en los meses anteriores. Para los medios de información, el ganador fue el que, entre otros males:
-Hará recortes en los
impuestos que serán favorables a los sectores económicamente más pudientes de
la sociedad, en detrimento de los fondos destinados a la educación.
-Amenaza con derogar inmediatamente la reforma de salud defendida por la administración
Obama. Una ley moderada y enrevesada, pero que, con todas sus
limitaciones, supone un mayor bienestar público con respecto al pasado.
-Aumentará el
presupuesto destinado a la industria bélica.
-Tiene expectativas de
fomentar la industria petrolera, mientras no mostró
ninguna voluntad por desarrollar proyectos de energía alternativa.
-Cortará fondos para
la divulgación y el financiamiento de las creaciones artísticas. Una agenda que afectaría
a organizaciones tan importantes como el National Endowment for the Arts, PBS y
NPR.
Todo esto se discutió
en el debate de anoche y debió haber quedado claro para los televidentes; pero de todos modos el "ganador" fue el que demostró haber ensayado con más eficiencia cómo mirar a
los ojos de su oponente, el que practicó con mayor disciplina un modo de hablar más vehemente y tuvo una mayor habilidad a la hora de manipular las estadísticas.
Excelente analisis Ernesto. Es frustrante ver cómo se enfocan en el lado histriónico, como si fuera una puesta en escena, obviando lo esencial.
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