28/12/19

Los Tiempos Nuevos de Toirac


José Ángel Toirac "Marlboro" from the series Tiempos Nuevos (New Times) 1996 Jim Fitzpatrick, Modern Art, Contemporary Art, Art Courses, Cuban, Angel, Collage, Conquistador, Drawings
José Ángel Toirac. Marlboro, 1996. De la serie Tiempos Nuevos.

Nunca es tarde si la dicha es buena. Finalmente, el Museo Nacional de Bellas Artes  de La Habana expone la serie Tiempos Nuevos, de José Ángel Toirac, como parte de la muestra personal Arts Longa, que permanecerá abierta hasta marzo de 2020. La lentitud de los cambios sociales en la 'Revolución' hace que, luego de más de dos décadas de censurada en Cuba, los Tiempos Nuevos de Toirac no sean todavía tan viejos. Hasta pudiera decirse que los mismos problemas que el artista criticó en sus pinturas siguen vigentes en pleno siglo XXI. Comparto esta lectura de esos trabajos, que publiqué en el primer volumen de Trazos en los márgenes. Arte abstracto e ideologías estéticas en Cuba. Ediciones Dador, 2019.

La serie Tiempos Nuevos, de José Ángel Toirac contenía una referencia a la homónima revista mensual soviética, que se distribuyó en Cuba hasta finales de la década de 1980 -cuando se prohibió- y que divulgaba los valores ideológicos de la otrora Unión Soviética. El título de los trabajos era ambivalente: aludía al pasado que culminó con el derrumbe del bloque socialista de Europa del Este y también al presente, a los «tiempos nuevos», por los que atravesaba el país. Toirac llamaba la atención sobre cómo, detrás de un andamiaje ideológico a la usanza del que publicaba la antigua revista soviética, se estaban gestando transformaciones socioeconómicas que contradecían aquellos discursos. Los tiempos nuevos evidenciaban el desfasaje entre la ideología del pasado y las transformaciones que empujaban al país hacia una economía de mercado controlada por el Estado. En Marlboro (1996), una de las pinturas que conforman la serie, Toirac superponía una imagen de Fidel Castro contra el diseño de la conocida marca de cigarrillos norteamericanos. Era una inquietante conjunción entre la fotografía revolucionaria y un emblema de las sociedades de consumo. Castro avanza hacia el espectador, hacia el presente, a caballo, con un tabaco en la boca. Parece campear de un modo apacible, sin perder las riendas de su corcel y sin inquietarse ante el aparente obstáculo que representa la palabra Marlboro (la pata delantera del equino ya ha saltado por encima de las letras). El retrato ecuestre podría hacer pensar en la imagen publicitaria del cowboy que caracteriza a la marca de cigarrillos. Una referencia tan obvia –y al mismo tiempo tan enigmática- encubre una lectura relacionada con el argot popular cubano. La expresión «el caballo», que en el pasado se empleaba frecuentemente para celebrar a Fidel Castro, quedó transformada en la imagen de un «jinetero». Los ‘tiempos nuevos’ traían este cambio. El revolucionario devenía en un líder oportunista, que pasaba inmutablemente por alto sus convicciones políticas con tal de conseguir divisas. En Marlboro, el cuerpo del Comandante ocupaba precisamente el espacio donde la marca de cigarrillos muestra una heráldica, que incluye una corona. Castro quedaba asociado a un atributo del poder monástico. Toirac sugiere que el sistema político instaurado en Cuba no es tanto un gobierno de un partido único, como un poder excesivo, concentrado en una sola persona, que viste una gorra militar. En otro de los cuadros reprodujo una fotografía del mandatario cubano y el Papa Juan Pablo II, mientras se daban la mano. Al fondo, las letras de la marca de perfumes Opium. Yves Saint Laurent, un recordatorio de la frase de Marx «la religión es el opio de los pueblos», antaño inculcada en las escuelas cubanas como parte de las campañas gubernamentales contra la Iglesia Católica. Una vez más la ideología del pasado contrastaba con los ‘tiempos nuevos’.

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José Ángel Toirac. Opium, 1996. De la serie Tiempos Nuevos.


La serie, con sus alusiones no siempre fáciles de desentrañar, incomodó a las instituciones cubanas, posiblemente debido a las representaciones de Castro entre marcas capitalistas. Todavía hoy, dos décadas después de que fueran creadas, las pinturas no pueden exhibirse ni en La Habana, ni fuera de Cuba. Además, tampoco está permitida la comercialización de las obras. La censura golpeaba donde más pudiera dolerle al artista: la posibilidad de mostrar su trabajo y vender los lienzos. No obstante, Toirac no fue marginado institucionalmente. Lejos de esto, un año después fue invitado a participar por primera vez en la Bienal de La Habana. Posteriormente, en 1998, inauguró la muestra personal Axis Mundi (Mito y Representación) en el Centro para el Desarrollo de las Artes Visuales. La prohibición de exponer las pinturas en la isla no impidió que el artista pudiese divulgarlas en publicaciones foráneas. Los lienzos fueron reproducidos en el influyente libro Art Cuba: The New Generation, de Holly Block y en un reportaje de The New York Times. En el año 2011, Toirac pintó copias de toda la serie y las vendió a un coleccionista de Miami. La censura dejaba las puertas entreabiertas a la labor de entrepreneur del artista, mientras contribuía indirectamente a la divulgación de otras obras suyas. Además, permitía conciliar la aspiración de reducir el impacto social de las pinturas a nivel nacional, con la conveniencia de aprovechar el atractivo internacional que despierta el arte contestatario. La política cultural cubana, aunque más dispuesta a participar en los procesos globales, no deja de canalizar las necesidades culturales de la población y minimizar, ahora desde estrategias más sofisticadas, el contenido social de las imágenes artísticas dentro de las fronteras nacionales.




[1] En Cuba la palabra ‘caballo’ posee connotaciones machistas, relacionadas con la virilidad, y sirve para designar a alguien que tiene un desempeño extraordinario en casi cualquier cosa.
[2] El vocablo ‘jinetero’ en el habla popular cubana designa a un proxeneta o a alguien que ejerce la prostitución masculina.


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