Por Janet Batet
Inicialmente publicado en ArtExperience:NYC, Vol. 1, No. 2, Primavera 2011(98-101).
Los Carpinteros, Cuarteto, 2011 |
Rumba muerta es el título de la exposición que durante este invierno presentó
el dúo de artistas cubano Los Carpinteros
en la Sean Kelly Gallery. Compuesto por Dagoberto Rodriguez, y Marcos Castillo,
Los Carpinteros, desde sus inicios,
se han interesado en recuperar
tradiciones artesanales que se encontraban casi extinguidas.
Algunos elementos fundamentales conducen a los artistas hacia esta
revitalización. Uno de ellos está vinculado con la tendencia global en el arte
contemporáneo, iniciada por el postmodernismo, que prioriza la concepción,
experimentación y el proceso creativo sobre el objeto artístico en si. Esta vertiente
encontró una correlación en el llamado New
Cuban Art, un movimiento que se consolidó en la Cuba durante comienzos de
los años 80. Inicialmente fue una reacción contra anticuadas
soluciones artísticas y temas heredados del realismo socialista, que se implementaron
en la política cultural del gobierno cubano de durante la década anterior. Luego abortó
abruptamente a inicios de los noventa debido, entre otras cosas, a la censura
institucional.
Como una consecuencia directa de este súbito declinar, una nueva hornada
de artistas produjo una importante transformación en el crispado diálogo entre el
arte joven y las instituciones cubanas. La creación, ahora basada en un punto
de vista cínico -que guardaba relación con el agotamiento de cualquier utopía
revolucionaria y la consolidación de la noción de imposibilidad- condujo a esta
nueva hornada de artistas hacia la autorreferencialidad, el pastiche y la
vuelta a formas artísticas más tradicionales, entre las que figuraba la
artesanía.
Este deleite simulado en el aspecto formal tiene una connotación conceptual
específica, asociada en este caso con el silencio y la censura. Las obras
parecen enfocarse en el savoir-faire dejando
a un lado –al menos a primera vista- cualquier comentario o implicación
ideológica. Ese pretendido desinterés por el compromiso social del arte es el
comentario señero de esa generación, tipificada por la trayectoria artística de
Los Carpinteros.
Los Carpinteros, Sala de lectura ovalada, 2011. |
Lo artesanal como
un arma ideológica.
Cuando Los Carpinteros optaron
por un enfoque supuestamente formalista, estimularon un debate fundamental que,
si bien aparentemente se ubicaba en la esfera protegida del arte, contenía un mordaz comentario sobre la compleja red de
relaciones sociales que tipifican la sociedad cubana actual. Las nociones de gremio y artesanía que estaban implícitas en sus prácticas artísticas,
suponían una revisión de conceptos como participación y democracia, en la que
resultaban cruciales los paralelismos entre la democracia clásica ateniense y
la Revolución Cubana. Además, la recuperación
de la carpintería era un guiño a la “ebanistaria”, con la consiguiente
revalorización y nostalgia por el pasado.
La subversión como
el último desquite.
El recurso más efectivo de Los
Carpinteros consiste en la supuesta falta de sentido que existe en sus
obras. Una vez delante de estos artefactos, el espectador es inducido por la
contradicción. La prevista funcionalidad del objeto ha sido torcida y nuestra
mentalidad educada en la lógica, no sabe cómo reaccionar frente a los objetos.
La tenue línea entre realidad e irrealidad ha sido subvertida y el espectador
se encuentra desorientado o posiblemente abierto a otras formas de asociación.
Rumba muerta, la más reciente exposición de Los Carpinteros, participa de esa estratagema. La muestra, compuesta
por tres instalaciones es una agridulce alegoría de la realidad contemporánea
cubana.
Instalada en la primera de las salas, Luces
del Estadio del Pueblo está inspirada en el Estadio Panamericano,
construido en la Habana en 1991, el mismo año en el que, bajo el nombre de Periodo especial en tiempos de paz, el
líder cubano Fidel Castro anunciaba al pueblo la instauración de una prolongada
crisis económica que no tenía precedentes en el contexto de la isla.1
Los Carpinteros, Luces del estadio del pueblo, 2011 |
Como un descomunal elefante blanco, el Estadio Panamericano devino en
símbolo de la megalomanía de un sistema totalmente dependiente e ineficaz. Dos
de las poderosas torres lumínicas sintetizan la edificación Luces del Estadio del Pueblo. Una frente
a la otra- como imágenes que se reflejan- estás dos estructuras carentes de
valor utilitario, parecen como dinosaurios en un museo antropológico:
curiosidades o reminiscencias de una era extinta.
En la segunda sala de la galería el espectador tropieza con Cuarteto, una instalación compuesta por unos
instrumentos derretidos de un grupo de salsa. La instalación surrealista juega
con algunos de los más importantes componentes de la idiosincrasia del cubano:
la música, la burla o choteo y el clima tropical. En realidad Cuarteto es una broma mordaz, replete de referencias cruzadas e
información provocativa. Conformada de instrumentos de percusión cromados,
congas o más propiamente hablando tumbadoras, y un bajo, éste conjunto artesanal
alude al efecto catártico que tienen la música y la danza en el cubano medio,
diluyendo problemas más graves en el ritmo de los tambores. Este sentido de
supervivencia efímera está asociado con el extendida cultura de irrisión en la
isla. Una cultura que tiende a banalizar problemas serios, cuya solución parece
escaparse de las manos de los ciudadanos de a pie, que terminan por
transformarlo en una festividad.
El clima cálido y húmedo de Cuba crea el efecto óptico de que todo se está
derritiendo y, paradójicamente, en esa sensación de somnolencia, todo se
congela. Esta polaridad constituye el fundamento de Cuarteto. Una alegoría de la
sociedad cubana contemporánea, la instalación, como un marco extirpado,
presenta un insostenible estado como un reposo relativo.
Los Carpinteros, Sala de lectura ovalada, 2011. |
Sala de Lectura Ovalada toma su forma de los panópticos. Concebido por Jeremy Bentham en 1785 y popularizado en el
siglo XIX, la configuración de este modelo arquitectónico está basada en su
forma circular que permite a observador mantener la vigilancia de los
prisioneros, sujetos a la presión psicológica de sentirse observados, lo cual,
a su vez, acentúa el sentido de omnisciencia del vigilante.
Transformada en una habitación de lectura desprovista de libros y rodeada
de dibujos enigmáticos, Sala de Lectura
Ovalada es un comentario sobre el sofisticado sistema de vigilancia y
manipulación de la información actuales. Inspirada en el Presidio Modelo, una
prisión panóptica ubicada en Cuba, donde Fidel Castro y otros sobrevivientes al
asalto al Cuartel Moncada fueron encarcelados, esta instalación es un albur sobre la
historia de Cuba.
Habituados a las elipsis y los comentarios superpuestos que impone la doble
moral, la propuesta artística de Los
Carpinteros, es uno de los iconos más auténticos de la idiosincrasia en la
Cuba contemporánea, donde el escepticismo, la parábola y la risa son
imprescindibles para la sobrevivencia tanto del arte como de la sociedad. .
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