19/6/12

LOS CARPINTEROS: No tan muerta, no tanta Rumba.



Por  Janet Batet

Inicialmente publicado en ArtExperience:NYC, Vol. 1, No. 2, Primavera 2011(98-101). 
Los Carpinteros, Cuarteto, 2011



Rumba muerta es el título de la exposición que durante este invierno presentó el dúo de artistas cubano Los Carpinteros en la Sean Kelly Gallery. Compuesto por Dagoberto Rodriguez, y Marcos Castillo, Los Carpinteros, desde sus inicios, se han interesado en  recuperar tradiciones artesanales que se encontraban casi extinguidas.

Algunos elementos fundamentales conducen a los artistas hacia esta revitalización. Uno de ellos está vinculado con la tendencia global en el arte contemporáneo, iniciada por el postmodernismo, que prioriza la concepción, experimentación y el proceso creativo sobre el objeto artístico en si. Esta vertiente encontró una correlación en el llamado New Cuban Art, un movimiento que se consolidó en la Cuba durante comienzos de los años 80.  Inicialmente fue una reacción contra anticuadas soluciones artísticas y temas heredados del realismo socialista, que se implementaron en la política cultural del gobierno cubano de  durante la década anterior. Luego abortó abruptamente a inicios de los noventa debido, entre otras cosas, a la censura institucional.

Como una consecuencia directa de este súbito declinar, una nueva hornada de artistas produjo una importante transformación en el crispado diálogo entre el arte joven y las instituciones cubanas. La creación, ahora basada en un punto de vista cínico -que guardaba relación con el agotamiento de cualquier utopía revolucionaria y la consolidación de la noción de imposibilidad- condujo a esta nueva hornada de artistas hacia la autorreferencialidad, el pastiche y la vuelta a formas artísticas más tradicionales, entre las que figuraba la artesanía.

Este deleite simulado en el aspecto formal tiene una connotación conceptual específica, asociada en este caso con el silencio y la censura. Las obras parecen enfocarse en el savoir-faire dejando a un lado –al menos a primera vista- cualquier comentario o implicación ideológica. Ese pretendido desinterés por el compromiso social del arte es el comentario señero de esa generación, tipificada por la trayectoria artística de Los Carpinteros. 

Los Carpinteros, Sala de lectura ovalada, 2011.

Lo artesanal como un arma ideológica.
Cuando Los Carpinteros optaron por un enfoque supuestamente formalista, estimularon un debate fundamental que, si bien aparentemente se ubicaba en la esfera protegida del arte, contenía  un mordaz comentario sobre la compleja red de relaciones sociales que tipifican la sociedad cubana actual. Las nociones de gremio y artesanía que estaban implícitas en sus prácticas artísticas, suponían una revisión de conceptos como participación y democracia, en la que resultaban cruciales los paralelismos entre la democracia clásica ateniense y la Revolución Cubana.  Además, la recuperación de la carpintería era un guiño a la “ebanistaria”, con la consiguiente revalorización y nostalgia por el pasado.

La subversión como el último desquite.  
El recurso más efectivo de Los Carpinteros consiste en la supuesta falta de sentido que existe en sus obras. Una vez delante de estos artefactos, el espectador es inducido por la contradicción. La prevista funcionalidad del objeto ha sido torcida y nuestra mentalidad educada en la lógica, no sabe cómo reaccionar frente a los objetos. La tenue línea entre realidad e irrealidad ha sido subvertida y el espectador se encuentra desorientado o posiblemente abierto a otras formas de asociación.
Rumba muerta, la más reciente exposición de Los Carpinteros, participa de esa estratagema. La muestra, compuesta por tres instalaciones es una agridulce alegoría de la realidad contemporánea cubana.
Instalada en la primera de las salas, Luces del Estadio del Pueblo está inspirada en el Estadio Panamericano, construido en la Habana en 1991, el mismo año en el que, bajo el nombre de Periodo especial en tiempos de paz, el líder cubano Fidel Castro anunciaba al pueblo la instauración de una prolongada crisis económica que no tenía precedentes en el contexto de la isla.1

Los Carpinteros, Luces del estadio del pueblo, 2011

Como un descomunal elefante blanco, el Estadio Panamericano devino en símbolo de la megalomanía de un sistema totalmente dependiente e ineficaz. Dos de las poderosas torres lumínicas sintetizan la edificación Luces del Estadio del Pueblo. Una frente a la otra- como imágenes que se reflejan- estás dos estructuras carentes de valor utilitario, parecen como dinosaurios en un museo antropológico: curiosidades o reminiscencias de una era extinta.
En la segunda sala de la galería el espectador tropieza con Cuarteto, una instalación compuesta por unos instrumentos derretidos de un grupo de salsa. La instalación surrealista juega con algunos de los más importantes componentes de la idiosincrasia del cubano: la música, la burla o choteo y el clima tropical.  En realidad Cuarteto es una broma mordaz, replete de referencias cruzadas e información provocativa. Conformada de instrumentos de percusión cromados, congas o más propiamente hablando tumbadoras, y un bajo, éste conjunto artesanal alude al efecto catártico que tienen la música y la danza en el cubano medio, diluyendo problemas más graves en el ritmo de los tambores. Este sentido de supervivencia efímera está asociado con el extendida cultura de irrisión en la isla. Una cultura que tiende a banalizar problemas serios, cuya solución parece escaparse de las manos de los ciudadanos de a pie, que terminan por transformarlo en una festividad.

El clima cálido y húmedo de Cuba crea el efecto óptico de que todo se está derritiendo y, paradójicamente, en esa sensación de somnolencia, todo se congela. Esta polaridad constituye el fundamento de Cuarteto.  Una alegoría de la sociedad cubana contemporánea, la instalación, como un marco extirpado, presenta un insostenible estado como un reposo relativo.

Los Carpinteros, Sala de lectura ovalada, 2011.

 Sala de Lectura Ovalada toma su forma de los panópticos. Concebido por  Jeremy Bentham en 1785 y popularizado en el siglo XIX, la configuración de este modelo arquitectónico está basada en su forma circular que permite a observador mantener la vigilancia de los prisioneros, sujetos a la presión psicológica de sentirse observados, lo cual, a su vez, acentúa el sentido de omnisciencia del vigilante.

Transformada en una habitación de lectura desprovista de libros y rodeada de dibujos enigmáticos, Sala de Lectura Ovalada es un comentario sobre el sofisticado sistema de vigilancia y manipulación de la información actuales. Inspirada en el Presidio Modelo, una prisión panóptica ubicada en Cuba, donde Fidel Castro y otros sobrevivientes al asalto al Cuartel Moncada fueron encarcelados, esta instalación es un albur sobre la historia de Cuba.

Habituados a las elipsis y los comentarios superpuestos que impone la doble moral, la propuesta artística de Los Carpinteros, es uno de los iconos más auténticos de la idiosincrasia en la Cuba contemporánea, donde el escepticismo, la parábola y la risa son imprescindibles para la sobrevivencia tanto del arte como de la sociedad. .



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