20/6/12

Dr. Lakra


Por Arden Decker

Fragmentos de un texto inicialmente publicado en ArtExperience:NYC, Vol. 1, No. 2, Primavera 2011. 

Dr. Lakra en el Drawing Center, Nueva York, 2011

Un hombre sometido a un horrendo tratamiento bucal queda emparentado con una pulga gigantesca.  Un tótem absurdamente largo frente a una copa de brandy. Hombres tatuados que visten de traje, divinidades hindúes, el retrato de un ‘niño lobo’ mexicano; mujeres desnudas inmersas en actos lésbicos y masturbaciones, tigres rugientes, citas a carteles de filmes de horror, mujeres de tribus caricaturescas que cocinan y devoran a un cuerpo humano. Estas son algunas de las imágenes híbridas que conforman la instalación del artista mexicano Dr. Lakra en el Drawing Center.

Dr. Lakra, Boceto 3, 2011



Dr. Lakra (alias de Jerónimo López Ramírez) es un tatuador profesional y un artista visual. Desde comienzos de los años noventa ha combinado ambas prácticas y ha desarrollado un estilo de dibujo que integra las estéticas del tatuaje tradicional y contemporáneo con elementos figurativos sacados de historietas, portadas de discos, libros de medicinas, revistas pornográficas y otras imágenes intrascendentes.  A Dr. Lakra –una corrupción ortográfica de la palabra lacra- le pusieron este seudónimo tempranamente en su carrera cuando cargaba sus instrumentos para tatuar en un avejentado maletín de médico. El artista conservó el apodo como un acto de identificación con la subcultura que él representa. También le permite asumir la pose de un delincuente creador de marcas en la piel, manchas y monstruos, en lugar de un abogado o un médico.

Dr. Lakra, SinTitulo (Hiroshima Tomonohira Take-Emon)

Fue posiblemente su profesión de artista tatuador la que le permitió evitar que lo clasificaran como un artista que se limitaba recuperar y revitalizar las viejas polémicas entre la alta y la baja cultura. Dr. Lakra no examina al ‘otro’ desde la distancia, ni tampoco trata de inventariar o preservar la cultura vernácula como una especie de archivero o arqueólogo.  

La obra de Dr. Lakra está permeada de mutaciones e hibridaciones. Existe un gusto notablemente genuino por captar, traducir y reposicionar esos ámbitos de la sociedad y la historia que son temidos, rechazados o mantenidos a puertas cerradas. Sus chicas sexys (pinup girls), retratos de familia, muñecas kewpie (kewpie dolls), luchadores, etc., han sido expuestas en muchos países durante la última década, pero su relativamente reciente incursión en el muralismo y su interés por anticuados tropos de la historia del arte son un atractivo desarrollo del trabajo de Dr. Lakra.

Dr. Lakra en el Drawing Center, Nueva York, 2011

Para la exhibición en la 3 Wooster Street, Dr. Lakra creó lo que podría describirse como un mural en un lugar específico, hecho con técnicas mixtas, más que un mural tradicional. Maniobrando con las intersecciones entre dibujo, pintura y el indeleble arte del tatuaje, Dr. Lakra inunda al espectador con una experiencia psicodélica y perturbadora que nos enfrenta con necesidades primarias –y las imágenes que producen- que la sociedad trata de reprimir, contener u ocultar.

El mural a todas luces sigue una secuencia no lineal y no tiene una narrativa evidente; no obstante, hay oposiciones binarias muy llamativas (centro/periferia, transnacional/regional, alto/bajo, cotidiano/exótico, hombre/bestia), que se combinan en visceral y subversiva mezcla de dibujos y pinturas. Cada pared e incluso las ventanas de la galería han sido cubiertas con el reparto de personajes de Dr. Lakra. En cada pared hay una mezcolanza de imágenes surreales. A pesar de la belleza erótica e incluso fascinantemente imprevisible del mural, mientras más uno se acerca, más inquietante se vuelve el mundo de Dr. Lakra. El mural presenta un carácter fantástico, es una pesadilla en tonos sepias, perturbadoramente enraizada en el mundo real.

Dr. Lakra en el Drawing Center, Nueva York, 2011


Abundan las evocaciones de la muerte, pero las imágenes eróticas y sexuales aparecen con mayor insistencia, a modo de comentarios sobre la incapacidad del hombre para escapar de sus instintos primarios o para reconciliar a Eros y Tánatos. Esta preocupación fundamental por el lado oscuro de la naturaleza humana y la mente del individuo se hace evidente mediante la incorporación de bestias dentro del mural. Tigres, serpientes y de forma más notable un par de osos polares que aparentemente luchan hasta la muerte (Dr. Lakra escarba sobre el tema por medio de rayones dentro de la pintura). He aquí un recordatorio de que, en definitiva, los seres humanos podrían no haber evolucionado y todos debemos portar imborrables cicatrices de lo reprimido. 

Un sistema orgánico o corporal unifica el espacio, entretejiendo un dentro y un afuera de cabezas y rostros de una escala humana imposiblemente larga, ídolos africanos y otros elementos. Cabezas decapitadas y tatuadas y una sinuosa serpiente dominan la parte superior de varias paredes. En la parte baja, este sistema se transforma en un paisaje provisto de una torre de radio, un templo Hindú, una antigua pirámide, pedestales de esculturas adornados, una mujer obesa desnuda, un hombre encorvado con un bastón y muchos ejemplos de armaduras medievales, en un modo que recuerdan a las siluetas de Kara Walker. 

Dr. Lakra en el Drawing Center, Nueva York, 2011
En el interior de largas ramas o corpúsculos hay rincones y nódulos dentro de los cuales se han incorporado pequeños dibujos.  En estas obras de pequeño formato, Dr. Lakra privilegia un reparto de personajes: las omnipresentes pinup girls, figuras tribales, grupos de mujeres desnudas y a menudo vampiresas, el conocido actor de cine mexicano Pedro Infante, miembros de bandas de latinos, etc. Muchas de estas figuras han sido cubiertas con la firma de los tatuajes de Dr. Lakra y ofrecen la impresión de que el mural está igualmente conformado e imbuido de la tradición histórica del arte mexicano. 

Dr. Lakra se separa de gran parte del arte contemporáneo proveniente de México, ya que se atreve a dialogar y citar una tradición artística que se ha devenido casi en malas palabras: el arte pre-colombino, el realismo mágico, el surrealismo, el muralismo mexicano y el neo-mexicanismo. Todas esas tradiciones fueron asimiladas por una concepción nacionalista de “mexicanidad” que ha sido muy atractiva para el mercado internacional, pero que no refleja los acuciantes problemas que enfrenta el país.

Dr. Lakra, 2011 
Dr. Lakra participó en el movimiento de jóvenes artistas de Ciudad México que comenzó a romper con mitos aparentemente ineludibles que habían sido perpetuados por las imágenes de la “mexicanidad”. En su lugar, estos artistas miraron hacia las condiciones de vida urbanas y los sectores marginales de la sociedad. Compartieron algunos impulsos conceptuales y se adhirieron a formas estéticas relacionadas con el punk y la cultura DIY, instigando a reclamaciones en favor de los desposeídos y ejerciendo una crítica de la omnipresente violencia y corrupción que esta impregnada la sociedad y la vida política de México.



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